jueves, 13 de enero de 2011

Vamos por partes.

Parte 1.


Me han ocurrido un millar de cosas desde que me quedé sin internet.

He contactado con la gente con la que iba hace casi un año, no es que desee volver con ellos pero cuando me aburro son buena compañía (:P). He dejado de pensar en animales voraces y mentirosos. He dejado de satisfacer mis deseos sexuales con mi gato (WTF??). He perdido el contacto con la gente de Latinoamérica con la que tanto hablaba y también con mi hermano Raydem (quizá esto sea lo que más me duela). He dejado de jugar a juegos que absorbían gran parte de mi tiempo diario. He dejado de leer en abundancia y de hacer casi cualquier cosa que me gustaba hacer. Y lo más importante que me ha ocurrido, me he enamorado.

Y es precisamente a esto último a lo que quiero dedicar esta entrada en este blog que llevo sin actualizar desde… pufff, o más…

La conocí por Tuenti, no sé muy bien cómo ocurrió pero empecé a hablar con ella (bendito sea Tuenti). Al poco tiempo se convirtió en algo más que una amiga, para mí era otra hermana. Ella, junto a Raydem, estuvo ayudándome durante demasiado tiempo a desprenderme de algo que a día de hoy aún me arrepiento de haber buscado (es el animal egocéntrico del que hablo más arriba).

Esta persona confió en mí cuando todos a mi alrededor hacían lo contrario. Ella jamás hizo caso a las habladurías hacia mi persona. Sin conocerme, creía mis palabras ante las del resto del “grupo” (grupo en el cual yo iba y del cual me desprendí). Confió en mí siempre pese a todo lo que se comentó de mi persona, arriesgándose a que lo que se hablaba fuera cierto. Yo aún era incapaz de ver todo eso.

Seguimos hablando periódicamente, hasta que logré despejar mi mente. Fue entonces cuando descubrí todo lo que había hecho por mí. También descubrí lo que le habían hecho a ella (ella lo dio todo por otro animal egocéntrico y egoísta, un despojo humano que no sirve ni para esconderse) y que había sido por mi culpa ya que mi consejo DEMANDADO participó en su equivocada decisión. Desde entonces ella rechazaba a todos los tíos que se abalanzaban sobre ella, o eso me hizo pensar.

Me citó a su cumpleaños. Fiesta a la cual no quería asistir aunque tampoco deseaba consentir que lo celebrara sola, di mi palabra de acudir al encuentro y así lo hice (jamás rompo una promesa). Fue una velada fantástica: paseo, cine y cena. Yo no la había visto en persona nunca, ni ella tampoco a mí y debo reconocer que me fascinó. Al poco de despedirnos ya deseaba volver a verla. Ella derribó todas mis defensas como si se bombardeara con un tanque una casa de cartón.

Quedamos el lunes día seis, una tarde espectacular y ella hace un comentario que no puedo reproducir. Mi mundo se viene abajo: cualquier esperanza, cualquier ilusión se derrite ante mí. Naturalmente no se lo hago saber pero permanezco gran parte de la tarde deprimido. Ella me bombardea con preguntas sobre mi estado de ánimo y yo me niego a responderlas.

Día siete de diciembre, no sé por qué escribo un mensaje de texto (SMS) con parte de los motivos que decidieron mi estado de ánimo el día anterior. Debato durante horas si debo enviarlo o no, pues el mensaje contiene una parte de mis sentimientos hacia ella y no sé cómo va a tomárselo. Tengo entonces muchísimo miedo de perderla cuando descubra dichos sentimientos porque “más vale pájaro en mano que ciento volando” y yo prefería tenerla de este modo que no tenerla.

Recuerdo haber llegado a la conclusión de no enviar el mensaje, pero cuando decido borrarlo mis dedos actúan en solitario, sin responder a mis órdenes. El mensaje es enviado. Entonces empiezo a temblar porque temía enormemente la respuesta, de hecho, no deseaba recibir una respuesta; no deseaba que me hablara nunca más, todo sea dicho.

Cuando recibo un mensaje, el móvil reproduce las 10-15 primeras letras. Cuando recibí su respuesta pude leer “Ya estoy hart…”. Pensé para mí: “ya la he cagao” y no abrí el mensaje hasta pasados veinte minutos.

Decidí abrir el SMS haciendo caso a mi más firme dogma. Lo hecho, hecho estaba y no podía cambiarlo, fuera lo que fuera.

El mensaje era todo lo contrario de lo que yo esperaba y continuaba diciendo: “… harta de seguir fingiendo. ¿Aún no te has dado cuenta de que me gustas?...”. Fue entonces cuando recibí el primer infarto metafórico de mi vida.

Ese día nos pusimos a salir y quedamos al día siguiente con mi animalito (o hermanita, como quieran llamarla) dando todo el rato por el bullullu. Eso es lo que ella (mi animalito) mejor sabe hacer.



Parte 2.


Yo siempre me he considerado un lobo solitario, alguien completamente dependiente que no necesita nada ni a nadie. He pasado los primeros veinte años de mi vida completamente solo, sin amigos, sin casi familia, ¿por qué iba a necesitar a nadie ahora?

La verdad, siempre me he reído de los que buscaban compañía en cualquier tipo de persona. Jamás he entendido por qué es tan importante el no estar solo. Siempre me ha parecido una tremenda estupidez. Yo siempre he rechazado el hecho de tener novia, nunca la he necesitado y siempre he dicho que yo jamás la tendría.

Yo nunca he amado. Nunca hasta ahora. Jamás había tenido la oportunidad ni las ganas… O simplemente no me salía de la po**a.

Durante veinte años he ido construyendo un muro a mi alrededor con las ilusiones perdidas. Un impenetrable muro. Una sólida y espesa pared que me libraba del exterior y donde yo me sentía a salvo de cualquier sentimiento que intentara entrar. Pues bien, ella ha conseguido que mi muro sucumbiera con un ligero soplo.

Dejé que ella se convirtiera en mi oxígeno (algo vital para cualquier ser vivo no marino) y ahora cada uno de esos sentimientos que se amontonaban en el exterior penetra en mí. Pero todos están irremediablemente canalizados hacia esa persona a la que cada vez quiero más y más.



Parte 3.


Cada una de sus miradas me proporciona una vida más. Cada una de sus caricias me otorga un edén de felicidad. Cada uno de sus suspiros me permite continuar a mí respirando. Cada uno de sus besos me concede un motivo para seguir adelante. Preferiría un instante a su lado que toda la eternidad en cualquier paraíso que se me pueda ofrecer (para los interesados: ofertas sólo por encima de 500.000€).

Por otra parte, cuando no estoy a su lado cada segundo se convierte en un año lleno de tormento sentimental y amarga diarrea vocal. La falta de su aroma es un infierno. La carencia de su mirada es similar a tener un ejército de negros sodomizándote (todos a la vez) constantemente. La ausencia de su presencia me arrebata el corazón y lo lanza a un pozo lleno de afiladas estacas metálicas.

Haría cualquier cosa por ella, lo que fuera. Contaría cada grano de arena de cualquier océano. Barrería desiertos enteros si lo pidiese. Excavaría en un suelo metálico con las uñas hasta llegar al corazón del planeta. Me pasearía descalzo por la superficie del Sol (pero lo haría de noche, para no quemarme). Mataría indiscriminadamente si la hiciera feliz (incluso a ti, amado lector).

De hecho, estoy convencido de que llegará un día donde deba elegir entre su vida y la mía, aunque esa decisión ya está tomada (y no ha de variar). Me arrancaría la vida si con eso pudiera salvarla a ella. Extirparía mis suspiros para que continuaran los suyos. Arrebataría mi existencia para extender la suya. Me despojaría de mi alma para sanar su espíritu. Agotaría mi último aliento para darle a ella uno más.

Sé que es muy fácil de decir, y que todo el mundo puede decirlo. No obstante no dejan de ser palabras vacías pues no todo el mundo lo cumpliría. Le prometí (y es muy difícil que yo rompa una de mis promesas) que así será cuando sea necesario.

No tengo mucho más que decir. Siento lo que digo pero no digo lo que siento. No puedo describir lo que siento por ella, no encuentro las palabras. De hecho, no existen las palabras y si las hubiera, no me servirían de nada pues se quedarían cortísimas al lado de mis sentimientos.

Esto me hace pensar… creo que voy a inventar las palabras exactas de lo que siento.

Por ella siento mucho rappatujsa, conclacova en exceso, una gran resquitomacedoría y un enorme fritopescaromántico gertuvodireáceo… Hmmm... de color azul…

La presentación.

No sé muy bien cómo he llegado hasta este punto. Francamente, es algo que no logro explicarme… He sido citado a una comida (informal espero) en casa de mi novia. No sé si su padre conoce la relación (según tengo entendido su madre sí la conoce).

Voy a ser sincero, no quiero ir… No deseo hacerlo… Aún no, no estoy capacitado. NUNCA me había enfrentado a algo que me dejara tan impotente como esto está haciéndolo. Todo esto me supera con creces.

Y es que yo veo el hecho de que un chico se presente a los padres de su novia como el principio del fin. Nunca se sabe cómo se les va a caer, de qué hablarán cuando te hayas marchado, qué opinarán de ti, etc.

El hecho de presentarse ya es de por sí una amenaza, es decir, ¿qué puedes decir a un/a hombre/mujer que no conoces de nada para presentarte, y que no suene a “hola, soy el que se está fo**ando a su hija, encantado”?

No puedo ir, no quiero hacerlo, me niego completamente. Aunque bueno, esto no depende totalmente de mí. Su madre asegura que hasta que yo no coma con ellos, ella no comerá conmigo y en mi tierra se dice “estira més un pèl de figa que una amarra de barco”.

Tengo miedo, estoy aterrado, me duele todo el cuerpo y me tiemblan las piernas cada vez que lo pienso. En cuestión de diez minutos se me ha puesto un dolor de cabeza insoportable y todo es por lo mismo.

Además, no es sólo la presentación. CUALQUIER acto que hagas o te falte hacer durante la velada contará para puntaje en la nota final. ¿Qué se supone que debo hacer?, ¿le doy la mano a su padre y dos besos a su madre?, ¿los abrazo a ambos?, ¿le beso la mano a su madre?

Se supone que debo ser yo mismo (de hecho, es lo que me aconsejan mis padres), pero yo no puedo ser yo mismo en esta situación, yo soy salvaje, impulsivo, NUNCA pienso lo que hago o digo cuando soy yo mismo (quizá sea eso lo que me da la diferencia…). De hecho, pienso que si soy yo mismo me van a echar a patadas o llamarán a la Guardia Civil.

Ya he ido a su casa un par de veces con sus padres en la proximidad, pero esto es MUY distinto. Esto es sumamente importante para mí, como imagino que lo es para ella, pero aún no puedo hacerlo.

Resumiendo…, no sé lo que tengo que decir, no sé cómo debo comportarme ni qué debo hacer en cada ocasión, no sé qué debo responder en cada una de las preguntas que estoy imaginando que me preguntarán (algo absurdo, ya que si yo me imagino la pregunta debería ser capaz de responderla, ¿no?), no sé a dónde tengo que mirar y ni siquiera sé si tengo que respirar allí dentro durante ese rato.

¡No sé!, ¡¡¡NO SÉ!!!, ¡¡¡¡AYUDADMEEEEEEEE!!!!

Una verdad.

No creemos que los hombres casados por la Iglesia peguen menos a sus esposas que los casados por lo civil. Tampoco que el obispo infractor se lo crea. Aquí nadie cree en nada. Por eso, si pasara por delante de nuestras narices una verdad no la reconoceríamos. Eso, en el caso de que alguna verdad haya sobrevivido a la extinción en curso. Caen las verdades como moscas. Sales a la calle y no puedes evitar pisarlas de tantas como hay, pero todas muertas. Bajas las escaleras del metro y vas pisando verdades que crujen bajo la suela de tus zapatos como las hojas secas en otoño.

De modo que los hombres casados por la Iglesia son menos violentos. Y en el colectivo de curas y sacerdotes es, lógicamente, donde menos pederastas florecen. Y la luz no subirá este año. Y todas las medidas antisociales que están a punto de tomarse son por nuestro bien. Por el bien de todos, incluido el obispo de Segovia. ¿Se cree el obispo de Segovia que la congelación de las pensiones se hace por el bien de los pensionistas? Quizá no, pero el obispo de Segovia no cree ni en lo que él mismo dice.

Se pone uno a buscar una verdad viva y no hay manera de encontrarla. Abundan las imitaciones de verdad al modo en que abundan las imitaciones de los complementos de Loewe.

De manera que vivimos  rodeados de mentiras verdaderas y verdades de imitación. El canal de TV por el que venía emitiéndose la CNN va a ser ocupado en breve por un Gran Hermano de 24 horas de reality show, es decir, 24 horas de realidad aparente.

Bien, de acuerdo, en este panorama supongamos que salgo yo, en forma de autoridad política o religiosa, y digo que los hombres casados por la Iglesia son menos machistas que los que se casan por lo civil o los que deciden vivir juntos sin papeles. Resulta raro, la verdad, porque la Iglesia no se ha distinguido jamás por su feminismo, más bien lo contrario. Cuando las mujeres en los confesionarios les narran las crueldades y vejaciones que sufren por parte de sus esposos a los curas, estos les recomiendan silencio y resignación.

Tal vez, lo que quiso decir el obispo no es que los hombres que se casan por la Iglesia peguen menos, sino que sus mujeres se quejan menos. Debajo de su mentira se escondía una verdad.

¡Una verdad viva!

Un año en dos horas.

Dime qué programa ves e Nochevieja y te diré qué cadena eres. Dime qué cadena ves en Nochevieja y te diré tipo de espectador eres. No hay engaño posible.

Durante la última noche del año, toda la peña televisiva se pone unas gafas y unas narices de pega, una chistera de cartón y purpurina, y se quita definitivamente todas las caretas. El año tiene 8.760 horas de programación, pero ninguna revela más claramente quiénes son ellos y quiénes somos nosotros que los ciento veinte minutos que van desde las diez a las doce de la noche, el 31 de diciembre.

Es difícil explicar este tonillo que tiene Antena 3… eh… ligeramente rancio… no sé… amable, porque no tiene recursos para ser otra cosa…, sin excesiva imaginación, atenuado por una sordina, correcto pero no memorable, nacido para ser número dos… ¿Ven? Estoy intentando definir con palabras la personalidad propia de la cadena y se me escurren los adjetivos; como lo fácil que es entender qué es Antena 3 viendo las dos horas de chistes puros y duros (y blandos) con los que rellenaron las dos últimas horas del año. ¿Qué es Antena 3? Antena 3 es “El club del chiste” en Nochevieja. ¿A que así se entiende a la primera?

¿Y qué es Telecinco? Pues Telecinco es… cómo decirlo… orujo de desperdicios hechos con el liquidillo ese que queda en el fondo de los cubos de basura, el hermano golfo de las tertulias fachas de la TDT, aquel grupo de arrogantes chonis “avant la lettre” sin puñetera gracia que nos caía tan mal a todos en el instituto… no… no es exactamente eso. ¿Quieren saber con una sola imagen qué es Telecinco? Un monstruo de cabeza de Belén Esteban, tórax de Jimmy Jiménez Arnau, cuerpo de Raquel Bollo y patas de Jorge Javier y Luis Rollán, siendo descuartizado por un mago olvidable y un lanzador de cuchillos: “Sálvame” (también) en Nochevieja.

¿Y qué cadena eres si terminas el año con un <<docureality>> de personajes curiosos vinculados a la <<frikynavidad>> y el <<nerdfindeaño>> que has ido encontrando por los rincones más insospechados de los mapas de carreteras? Eres Cuatro o, al menos, el Cuatro que todos conocimos antes de convertirse en el inofensivo alien que lleva Telecinco en su vientre.

La Sexta es mundialmente conocida en el universo por su bipolaridad, por su irregularidad, por encadenar cotidianamente picos excelentes de magnífica televisión con valles escandalosamente bajos que crean agujeros incógnitos en su parrila. ¿Y qué programó la Sexta en Nochevieja? Pues un menú bipolar a base de un atronador silencio en forma de capítulos de “Navy: Investigación Criminal” de primero y una contagiosa melodía que se encargaron de mantener con buen ritmo Ana Morgade y Berto.

Así pues, y para terminar de explotar el sorprendente principio aristotélico de identidad según el cual una cosa es siempre esa cosa, no queda sino comentar que la televisión pública volvió a ser la televisión pública durante la última noche del año. Jose Mota fue José Mota: fascinantemente brillante en sus imitaciones y cada vez más agotado en sus propios personajes y “running gags” autóctonos; Igartiburu clavó el papel de Anne Igartiburu tanto en la gala como durante las campanadas; y La 2 renació de sus minorías convertida en sí misma programando “Amanece que no es poco” según comenzaba el nuevo día, con lo que el 1 de enero, a las 00.05 horas, seguramente ya hemos contemplado el que va a ser el mayor acierto televisivo del año 2011.

Hartos de tantas semanas previas de engaños, la Nochevieja nos pone a cada uno en nuestro lugar: las cadenas demostraban quiénes son, los espectadores demostramos qué es lo que andamos buscando. Por un momento todo tuvo sentido. Ya podemos enfrentarnos a otro año de confusión.

¿Infinito?

Voy a centrar esta entrada en una cosa que me es incomprensible. Es el concepto “infinito”.

Ok, comprendo lo que quiere decir “infinito” en, por ejemplo, matemáticas, significa que no va a acabar, que empezaríamos en el número 1 y jamás encontraríamos el final. O por ejemplo en el amor, es cuando quieres desmesuradamente a una persona (aunque es un concepto erróneo que la gente tiende a confundir ya que el “estar enamorado” nunca dura más de dos días. Puedes amar con locura a una persona, pero que la ames no quiere decir que estés enamorado de ella. No es lo mismo “estar enamorado de” que “sentir amor hacia”) hasta el punto de dolerte, eso es amor infinito. Lo mismo con el odio (pero en este caso le dolerá a la persona odiada XD).

No obstante, en el caso del universo no puedo comprender dicho concepto.  Es decir, entiendo que se refieran al universo como algo colosal, algo inmenso, pero la pregunta que me hago cada semana es: ¿DÓNDE EMPIEZA EL UNIVERSO Y DÓNDE ACABA? Me parece imposible que sea “infinito”, es algo que no logro aceptar por mucho que lo intente.

Preguntas como “¿Dónde está ubicado el universo?”, “¿qué lo sostiene?” o “¿sobre qué está posado?” son las preguntas que resuenan en mi cabeza cuando pienso en esto. Es que debe estar en algún lugar. De acuerdo, acepto que esté “flotando”… ¿PERO FLOTANDO EN QUÉ? Hay gente que me dice que en “la nada”, ok, ¿Y QUÉ SOSTIENE A ESA NADA?

Esto no tiene ni pies ni cabeza, podría estar así toda la vida porque encontrando lo que sostiene el universo, faltaría encontrar lo que sostiene el sustento del universo.

Saquen sus propias conclusiones… Yo seguiré intentándolo.

El Juego de tu vida

Hoy, lunes tres de enero, me he dedicado a ver un programa en la tele que llevaba tiempo sin ver. El programa ha pasado de emitirse en Telecinco a emitirse en La Siete (subcadena de Telecinco nacida cuando el TDT).

El programa en cuestión tiene unas bases muy sencillas: di la verdad y ganarás dinero.

Construido en forma de pirámides, debes “acertar” veintiuna preguntas para llevarte contigo cien mil euritos (que después de pasar por manos de hacienda se queda en una suma alrededor de los 60.000-70.000 €). Están divididas en “etapas” de seis, cinco, cuatro, tres, dos y una pregunta (niveles de juego), y debes completar una etapa para conseguir el premio que comprende. Di una sola mentira y no te llevarás nada.

Según tengo entendido, eres citado unas semanas antes para someterte a unas cien preguntas (que te formularán después de averiguarte la vida) de entre las cuales escogerán las veintiuna cuya posible respuesta sea más patética o en la que más cosas te juegues. Cuando eres citado en esa ocasión, eres sometido a la prueba del polígrafo donde asimilarán y guardarán las respuestas que des para cuando te toque hacer el programa.

El concursante va acompañado por alguna gente de su “confianza”, suelen ser familiares. En la mesa de los acompañantes existe un botón que sólo pueden pulsar una vez durante el programa y sirve para impedir que el concursante deba responder a esa pregunta. Entonces se formulará otra pregunta con el mismo nivel de pregunta. Esto es para las preguntas delicadillas.

Hoy, por ejemplo, ha sido verdaderamente patético y voy a reproducir algunas de las preguntas que han sido formuladas, su respuesta, los gestos de los acompañantes y lo que decía el polígrafo.


Concursante número 1:

Pregunta número 6. -¿Crees que tu padre tiene la culpa de tu vida hoy?
--- Sí. (Su padre lo mira con decepción).
--- Verdad.

Pregunta número 8. - ¿Has incitado a la hija de tu tía a consumir sustancias ilegales?
--- Sí. (Su tía, que lo había criado, lo mira con furia).
--- Verdad.

Pregunta número 12. - ¿Has sido infiel a tu novia?
--- Sí. (Su novia alza los ojos y crea una mueca de desilusión profunda).
--- Verdad.

Pregunta número 13. - ¿Has sido infiel a tu novia con mujeres que ella conoce?
--- Sí. (Su novia empieza a desesperarse y parece que esté muriéndose).
--- Verdad.

Pregunta número 14. - ¿Has sido infiel con profesionales del sexo?
--- Sí. (Su novia se niega a alzar la vista).
--- Verdad.

El imbécil se queda con 10.000 € pero es probable que pierda a su novia y su cobijo (habita en casa de sus tíos). ¿Merece la pena?


Concursante número 2.

Pregunta número 5. - ¿Crees que tienes poco gusto al escoger a los hombres?
--- Sí. (Su esposo se sorprende).
--- Verdad.

Pregunta número 7. - ¿Crees que la relación con tu pareja terminará si no te deja gastar más en compras?
--- Sí. (Su marido asiente).
--- Verdad.

Pregunta número 15. - ¿Desearías que tu marido se pareciera más a tu cuñado?
--- Sí. (Su marido y su cuñado quedan sorprendidos.
--- Verdad.

Pregunta número 16. - ¿Preferirías estar casada con tu cuñado que con tu marido?
--- Sí. (De nuevo ambos se sorprenden).
--- Verdad.

Pregunta número 17. - ¿Crees que estás desperdiciando tu vida al lado de tu marido?
--- No. (Su esposo se “tranquiliza”).
--- Mentira.

Esta señora tira por tierra a su marido y al final no consigue nada. ¿Cómo arreglará el caso de la pregunta 17 si se ha descubierto que al decir que no está mintiendo? Es como si hubiera dicho que sí. ¿Podrá recuperar lo que ha perdido, ya que no ha ganado nada de dinero?


Concursante número 3.

Pregunta número 3. - ¿Mientras haces el amor con tu marido le hablas de alguna de tus amigas para aumentar su excitación?
--- Sí. (Su marido se echa a reír, todo el público se echa a reír).
--- Verdad.

Pregunta número 5. - ¿Le has propuesto que alguna de tus amigas se una mientras hacéis el amor para aumentar su excitación?
--- Sí. (De nuevo, todos riendo).
--- Verdad.

Pregunta número 6. - ¿Crees que tu hermana ha triunfado más en la vida por tener un esposo mejor?
--- Sí. (Su marido mira al suelo).
--- Verdad.

Pregunta número 7. -¿Tienes licencia para efectuar todas las prácticas que haces en tu centro de estética?
--- ¿Me repite la pregunta?
--- Su esposo pulsa el botón salvándola de tener que responder a esta delicada pregunta (podrían estar viéndolo las autoridades).

Pregunta número 7. - ¿Has practicado el sexo con más de dos hombres a la vez?
--- Sí. (Su marido hace cara de conocer el dato y no le afecta).
--- Verdad.

Pregunta número 12.- ¿Has satisfecho tus deseos sexuales con alguna de tus mascotas?
--- Sí. (Los cuatro acompañantes quedan sorprendidos y cuchichean entre ellos).
--- Verdad.

Pregunta número 16. - ¿Has pensado en dejar a tu marido para irte con otro hombre?
--- Sí. (Su marido reproduce una mueca entre tristeza y rabia).
--- Verdad.

Pregunta número 18. - ¿Has practicado el sexo con un hombre por dinero?
--- Sí. (Su marido vocaliza la palabra de cuatro letras que empieza por “PU” y acaba por “TA”).
--- Verdad.

En este momento la presentadora, como de costumbre al completar cualquier nivel, le da la opción de “plantarse” y coger los 10.000 € advirtiéndole que las tres últimas preguntas son de “cierto grado de dificultad”. Una vez formulada la pregunta no podrá plantarse. Ella desea continuar.

Pregunta número 19. - ¿Alguna vez has puesto en peligro seriamente la salud de alguno de tus pacientes al recomendarle una sustancia o medicamente que sabías que no podía tomar pero te convenía?
--- No. (Todos permanecen paralizados)
--- Mentira.

Es decir, a ver, rubia tonta de los huevos, acabas de divorciarte de tu marido SÍ o SÍ, porque es lo que va a hacer él en cuanto salgáis, ya que has demostrado ser algo más que lo que deletreaba tu esposo y prefieres arriesgar los 10.000 € que ya tenías conseguidos a sabiendas de que la pregunta que te van a formular va a ser delicadísima y que aun mintiendo, la verdad se va a saber IGUAL, porque NO QUE NO  ES SÍ.

Entonces… ¿Has preferido perder a tu marido y posiblemente tu clínica de estética por conseguir 30.000 € más? Lo que has conseguido es que tu marido te deje (manda huevos el follarte un poni, encima le cobras) y que te cierren el local o, si no te lo cierran, que te demanden tus clientes al conocer que SÍ que les has recomendado sustancias peligrosas para su salud en tu beneficio.

La verdad… No sé si Telecinco (o La Siete, me la pela) está empeñada en arruinar la vida de las personas que buscan un suculento dinerito, o que simplemente está empeñada en que se las arruinen ellos mismos. Sea como sea…, si no quieres polvo no vayas a la era.

Verdaderamente patético.

El Despertar

Vale, hoy me ha ocurrido algo alucinante.

Me despierto a mediodía después de haber estado casi toda la mañana en el bar. Me levanto, me pongo el guante en la mano izquierda (como de costumbre) y me salgo al bar.

No sé por qué pero todo era diferente, me habían llamado a comer pero no podía distinguir nada, todo era muy diferente a la mañana anterior. La verdad es que estaba asustado, las paredes parecían de un color diferente, hasta la gente era diferente.

De repente me encuentro en un bar que desconozco por completo y sé que no estoy soñando, porque al salir de mi habitación me he golpeado con una pila de cajones de forma muy dolorosa y se dice que en un sueño nada duele. La verdad es que mi casa también era diferente ahora que lo pienso.

Estaba francamente asustado. No comprendía qué había podido pasar mientras dormía que hubiera cambiado tanto el mundo en el que había estado tan solo media hora antes.

Le echo huevos y me pongo a comer y mientras estoy comiendo una idea sobre lo ocurrido desfila por mi cabeza. Así que me levanto de repente y corro hacia mi habitación con la esperanza de que fuera cierto lo que estaba pensando.

Entro en mi habitación con miedo a lo que estaba a punto de descubrir, palpo el escritorio y allí estaban… eran ellas… sólo ellas tendrían la respuesta a mi situación. Allí estaban mis gafas.

No me las había puesto.