domingo, 29 de enero de 2012

 
 Ivan era un joven hermoso, de rostro delicado y facciones atractivas. Su largo cabello castaño y sus dulces ojos color miel eran su rasgo más característico. Una mañana, recién salido de la ducha se dispuso a peinarse. Se contemplaba como algo majestuoso. Estaba totalmente obsesionado con su rostro, incluso alguna vez hubo pensado acabar con su vida si algo le pasase a su belleza.

Giró la cabeza y cogió el peine. Cuando volvió a mirar al espejo vio que había alguien con una sonrisa maliciosa detrás suya. Rápidamente se giró y no vio a nadie. Pensó que podría haber sido una alucinación, o incluso un poco de jabón aún en los ojos.

Volvió a mirar al espejo y de nuevo sólo estaba su imagen. Comenzó a peinarse con suavidad, contemplándose, cuando lentamente apareció una chica desnuda. Se asustó, miró detrás de él y de nuevo no vio a nadie. Cuando volvió a girarse hacia espejo la chica volvió a aparecer.

Asombrado observó que esta le sonreía. La chica es preciosa, rubia, de dulces facciones y de blancos y colmados pechos de porcelana. La imagen de Ivan desapareció del espejo suavemente quedando sólo la imagen de la hermosa chica. Detrás de ella se apreciaba un vergel y una cascada.

La chica le hizo un gesto para que se acercase a ella, pero Ivan rehusaba su invitación. La doncella le dedicó otra dulce sonrisa y acercó su dedo índice al límite del espejo. Ivan acercó también su dedo y apoyándolo sobre la superficie sintió el tacto del dedo de la muchacha. Las manos de ella eran de una suavidad sublime, Ivan comenzó a excitarse. Ella lo tomó de la mano y suavemente tiró de él.

El cuerpo Ivan iba entrando poco a poco en el espejo. Primero entró el brazo, más tarde el hombro... Todo fue suave y lento. La belleza encarnada se giró e inició su avance, su silueta estaba formada por deliciosas curvas. Por último, Ivan introdució su rostro en el espejo.

Ivan sentía que la chica seguía tirando de él cuando notó una fuerte racha de viento en la cara. Sintió un leve dolor en el rostro, causado por la arenilla del viento, pero no pudo deslizar los ojos del cuerpo desnudo de quien era su compañía.

El viento le seguía incomodando cuando se fijó en que el pelo de la chica ha cambiado de color. El dorado de su cabello se fue perdiendo y su pelo era ahora de plata. Su piel de porcelana se ha oscurecido y ahora contiene arrugas y manchas. La chica se detuvo. Pasados unos instantes, la muchacha repentinamente se giró. Ivan dio un grito de horror. Los ojos de la chica habían desaparecido, sólo quedaba un negro vacío en sus cuencas y pronto comenzó a supurar pus.

Ivan quiso soltarle la mano, pero la cálida mano de la chica era ahora una garra. Se acercó rápido hacia él y abrió la boca como un felino que ataca. Sus dientes eran afilados y amarillentos y su aliento desprendía un hedor a animales descompuestos.

Ivan, muerto de horror, cerró los ojos y se cubrió con una mano, tiró con todas sus fuerzas y logró escapar de las garras volviendo a atravesar el espejo dando una serie de pasos de espaldas.

Cuando volvió a abrir los ojos el espejo estaba roto en varios pedazos ensangrentados. Y su rostro, su bello rostro estaba destrozado. Ivan ya nunca volvería a sentir placer al mirarse en el espejo.

El fantasma de La Casa de las siete chimeneas.


Invierno en Madrid, el retumbar de truenos lejanos y el sonido del viento azotando los vidrios de los ventanales terminan por deshacer mi placentero sueño y me desvelan. Mi despertador digital marca la 03:31. Perezosamente me levanto de la cama y tras beberme un vaso de agua me siento junto a la ventana del salón para fumarme un cigarro, con la esperanza de poder volver a conciliar el sueño.

La noche fuera está de lo más desapacible, en la plaza del rey, las ramas de los árboles flamean al viento violentamente devolviendo crujidos lastimeros. Algunas bolsas y cartones huidos de los contenedores de basura, se arremolinan al final de la calle y parecen cobrar vida en sus acrobáticos vuelos,  imitando los juegos infantiles y al amparo de la intimidad que se les presenta en una noche como ésta, con las calles desiertas y a salvo de miradas juzgadoras.

En el cielo, una masa de nubes rojizas avanza hacia el este a toda velocidad, presagiando la tormenta inminente que no tardará mucho en descargar sobre la ciudad. De vez en cuando, un rayo lejano tiñe las nubes de gris eléctrico y a los pocos segundos, los cristales vibran con su correspondiente trueno. Arrimo más mi sofá a la ventana… siempre me gustaron las tormentas y esta noche parece que el sueño me ha abandonado por completo. En una de las pausas entre trueno y trueno, mientras prendo mi segundo cigarrillo, me parece escuchar el tañir de unas campanas a lo lejos, quizás sean las de la iglesia de los Calatravas, en la calle de Alcalá, pero me parece muy extraño… esos tañidos no son los que marcan la hora… son monótonos… repetitivos, parece que las campanas tocan a muerto. Pero no es posible, a estas horas de la madrugada iglesia de Madrid está abierta y muchísimo menos suenan las campanas, más allá de los mecanismos automáticos de los relojes.

Son las 03:54, de repente, unos enormes goterones impactan contra las ventanas como pequeños kamikazes, produciendo ruidos sordos que rebotan por el salón, perdiéndose en ecos suaves por el pasillo del fondo. Un enorme relámpago serpenteante se dibuja ante mis ojos a unas pocas cuadras de mi casa y prácticamente al instante, al tiempo que suena un estruendoso trueno, se va la luz en la calle y todo queda sumido en la oscuridad. Las campanas siguen sonando entrecortádamente en la letanía…

Me levanto y me pego mi cara contra los fríos y empañados vidrios para comprobar que todo el barrio está completamente a oscuras. La amarillenta luz de otras zonas alejadas de la ciudad que no han sufrido el apagón rebota en los nubarrones inundando la plaza y la calle Infantas con tenues tintes rosáceos. La lluvia comienza a ser más perceptible y mientras alzo mi mirada al cielo, sobre el edificio que tengo en frente, sede del ministerio de cultura… la veo.

Siento como mi cuerpo queda paralizado ante la visión que estoy contemplando en éste momento. Una mujer, alta, con el pelo largo y negro que ondea flácido en las azarosas ráfagas de viento, camina segura entre las chimeneas del tejado del edificio. Ataviada con un camisón blanco que cubre su cuerpo hasta los tobillos, se dirige cabizbaja y decidida por el alero del palacete hacia la zona que da al Alcázar. En una mano porta una especie de antorcha, en la que una débil llama lucha a muerte contra la lluvia.

Cuando llega al extremo del tejado, cae de rodillas y alzando su rostro al cielo, comienza golpear con fuerza su pecho. Otro relámpago estalla a escasa distancia y su fantasmal perfil se dibuja perfectamente mientras que el sonido del trueno se funde con un alarido que hace que todos los pelos de mi cuerpo se tensen como alambres de acero.

Tras el fogonazo del relámpago y cuando mis retinas vuelven a enfocar en la oscuridad, la extraña mujer ya no está. Parece que se ha evaporado ante mis ojos…

Dando lentos pasos inconscientes hacia atrás me derrumbo sudoroso en el sillón. Todavía no me puedo creer lo que acaban de ver mis ojos; toda la vida escuchando la vieja leyenda de la casa de las siete chimeneas y yo siempre tomándomelo a broma y hoy, la mismísima Helena Zapata ha paseado por su tejado para mí.

Y ésta amigos es la leyenda de éste famoso palacete Madrileño, La popularmente conocida como “Casa de las siete chimeneas”. Edificio mítico y misterioso como pocos en Madrid y que desde su construcción, allá a finales del siglo XVI, siempre ha estado rodeado de hechos un tanto oscuros. Conspiraciones, amores prohibidos, muertes en extrañas circunstancias e incluso un motín tan famoso como el de Esquilache han sucedido en su interior.

Se cuenta que la bella Helena fue una de tantas amantes del controvertido Felipe II y que éste, como solía hacer cuando alguna de sus amantes se ponía en exceso pesada, arregló su boda con militar del noble linaje de los Zapata. El nuevo matrimonio estrenó el palacete, que por otro lado fue la única construcción civil que realizó Felipe II, aunque también se comenta que fue construido por el padre de Helena, que era montero del rey, y que éste se lo regaló a su hija tras la boda. En fin, la cuestión es que poco les duró el matrimonio, pues el capitán Zapata partió a la guerra de Flandes pocos meses después de contraer matrimonio con Helena y allí falleció en las primeras contiendas.

En este punto Helena queda sola en el enorme caserón, las malas lenguas y los chismorreos de la corte contaban que por las noches, un Felipe II embozado para pasar desapercibido, acudía puntual a la cita con su amante. Estos rumores se extendieron como la pólvora cuando una mañana Helena apareció muerta en su alcoba.

Hay que tener en cuenta que en la época de los sucesos, Ana de Austria se encuentra en la corte para convertirse en la cuarta esposa de Felipe II. ¿Sabía Ana de la existencia de Helena y decidió eliminar el problema cortando por lo sano? ¿Presionó Helena al rey para ser algo más que una simple amante y fue él quien acabó con ella? La respuesta a estas preguntas siempre será un misterio. Para más inri, el cadáver de Helena desapareció en extrañas circunstancias y a los pocos días, el padre de ésta apareció colgado de una viga (aunque este hecho es un poco dudoso según las fuentes consultadas).

En este punto fue cuando comenzó la leyenda tras los rumores de que en noches oscuras se veía el fantasma de la doncella en el tejado de la casa, aunque en aquel entonces todavía no era conocida por sus chimeneas. Esta remodelación fue ordenada por Baltasar Cattaneo unos años después tras comprar el inmueble, algunos atribuyen un significado simbólico a sus siete chimeneas, y dicen que simbolizan los siete pecados capitales.

Aunque la historia de esta casa no acaba aquí, ni mucho menos. Años después, todavía con Felipe II como monarca, otra joven muere en su misma noche de bodas con un viejo hacendado Indio. Parece ser que la joven esposa también tenía ciertos encuentros con el pendenciero rey. La joven apareció en los sótanos del palacete con un puñal clavado en el pecho y las arras, regalo del rey, esparcidas a su alrededor. No son pocos los que aseguran que esta doncella también vaga todavía hoy en día por los sótanos de la casa.

Una última muerte se produjo en la casa durante el motín de Esquilache, ministro de Hacienda de Carlos III en el año 1766. El pueblo, enfurecido por las medidas represoras del marqués, acudió en turbamulta hasta la casa con la sana intención de lincharlo. Por suerte para él, no se encontraba en la casa y el populacho la tomó con uno de sus mayordomos que ofreció cierta resistencia, muriendo el pobre a garrotazos.

Durante casi cuatrocientos cincuenta años, la casa ha pasado por muchas manos, siempre de familias nobles. Embajadores, terratenientes, mercaderes… a finales del siglo XIX, la casa fue reformada para convertirse en sede del Banco de Castilla y durante éstas reformas el cadáver de una mujer, junto con una bolsa con monedas de la época de Felipe II, fue descubierto entre los muros de los sótanos, volviendo a poner de moda las viejas leyendas de éste mítico y legendario edificio de la capital española y, para que la cosa no se olvide en nuestros días, en el año 1960, otras reformas volvieron a desenterrar los restos de otro esqueleto emparedado, ésta vez masculino y hasta día de hoy, anónimo.  En la actualidad el edificio se usa como sede del ministerio de cultura, está en perfecto estado de conservación y todo indica que, por lo menos, la leyenda seguirá viva durante muchísimos años más.

Sucesos en internet.


 Bueno, por fin retomo el blog. Y en esta ocasión lo hago para opinar sobre lo que está sucediendo en internet este año nuevo.

Para empezar... MegaUpload ha sido cerrada por el FBI por contener demasiados archivos ilegales (archivos con derechos de autor). Esto me parece bien. ¿Por qué? Porque creo que no está para nada bien que gente que haga su trabajo con ánimo de lucro no lo vea recompensado. Al fin y al cabo, es la obra de cada uno. Si la quiero veo bien que deba pagarla. Por otro lado me parece algo pésimo, pues yo mismo tenía archivos de MI autoría subidos a MegaUpload que no puedo recuperar de ninguna manera...

El caso es que ahora servidores varios de descarga están "limitando" sus servicios por miedo a lo que ha sucedido con MegaUpload. FileServe, por ejemplo, está limitando sus servicios a los archivos propios que subas tú mismo. Lo que están haciendo es repasar todos sus archivos almacenados y eliminando aquellos con carácter ilegal. No obstante, te dejan descargar los archivos que tú mismo has subido a tu cuenta. Supongo que este servicio será limitado y que el cierre de estas páginas será inminente en unas semanas. Supongo...

Como decía, por otro lado todo esto me parece penoso por varios motivos:
  1. Al comprar un puto CD pagamos un canon que nos pone la SGAE creado para cubrir las pérdidas que suponen las descargas ilegales.
  2. Si estamos pagando el acceso a internet a una compañía proveedora del servicio, no tenemos que pagar por lo que en él hagamos. Debería ser nuestra compañía la que cubriera los gastos, para algo pagamos por recibir UNA PUTA RACIÓN DE ELECTRICIDAD.
  3. Los artistas ven menos de una quinta parte del precio de lo que sea. Es decir, que si por un puto CD de música me arrancan veinte euracos, el artista ve tan sólo tres... Tres putos euros de un CD que a mí me cuesta veinte.
  4. ¿¿CÓMO COJONES VOY A COMPRAR ALGO SI NO SÉ QUE ME VA A GUSTAR?? Yo descargo y descargo, y la gente que me conoce sabe que si algo que me descargo me gusta me lo compro. Y si lo que me descargo no me gusta lo elimino. Y eso puede corroborarlo un huevo de gente. Coño, ¡¡¡tengo todos los"Imperivm" existentes!!!
Por todo esto estoy en contra de lo que está pasando. Nos guste o no, las descargas (ilegales o no) son el 80% de internet. Sobretodo para la juventud. El otro 20% son Twitter, Facebook, porno homosexual duro anal (a mí no me gusta)...

Cada uno que piense lo que quiera o deba... En el instituto nos están enseñando que las descargas ilegales no favorecen a nadie... A ver... Mis padres iban al cine y con una maldita peseta veían dos putas películas, les llegaba para palomitas, bebidas y hasta un puto condón. Ahora vas con siete euros (que son mil ciento sesenta y cuatro pesetas) y ves la película justiiiiiiiiiiiiiiiito... Si con eso no da para pagar a los artistas... ¡¡JODER!!

Si quieren impedir las descargas ilegales, entonces también tendrían que cerrar empresas como Vodafone, Movistar y Orange. ¿Por qué? Pues porque accediendo a ellas desde el móvil a internet puedes descargarte canciones. ¿Y qué? Que esas empresas no pagan a los artistas pro cada descarga que se realiza Pagarán por tener derecho a ofrecer las descargas y punto. ¿¿Eso no es piratear??

Vamoooossss... Que no me toquen los cojones. Yo he tenido un bar más de dos años y he tenido que pagar a la SGAE para poder poner música (incluso emisoras de radio) y televisión en el bar. Pensemos... Si ya estoy pagándole a ONO por tener servicio a Televisión Por Cable (TPC), ¿por qué coño tengo que pagarle a la puta SGAE? ONO ya me cobra por la TPC, que sea ONO quien pague a la SGAE por tener yo el bar. ¿¿Y poner música en la radio?? No estoy muy seguro de cómo son las cosas en una emisora del radio, pero pongamos por ejemplo a "Europa FM". ¿¿Esa gente no cobra por hablar para el público?? ¿¿Y a caso la emisora (la compañía me refiero) cobra a los oyentes por escuchar?? ¡¡¡¡¡¡¡¡ENTONCES POR QUÉ TENGO QUE PAGARLE A LA SGAE!!!!!!!!

Bueno, aquí lo dejo por hoy... Soy las 03.54 de la mañana. Mañana más, a ver si hay suerte y pongo más cosas que no quiero que esto muera.